Cuando el 24 de junio de 1935 se estrella en Medellín el avión en que viajaba Carlos Gardel, la noticia conmueve al mundo. A la difusión masiva de sus discos, se había sumado desde 1931 la gran repercusión popular de sus películas. Todo ello eclosionó en la gira que había emprendido por Latinoamérica, y que acabaría inesperadamente en Colombia, provocando convocatorias populares nunca antes registradas, y que sólo volverían a registrarse con la aparición de los Beatles.
¿Cuáles fueron las circunstancias que hicieron posible semejante fenómeno? ¿Cómo construyó este artista el tango cantado, música de fusión de definida presencia internacional? ¿Cómo el pequeño inmigrante francés logró sintetizar en la cosmopolita Buenos Aires de comienzos del siglo XX la extraordinaria oferta musical sustentada en las migraciones internacionales y nacionales que se desparramaron por las salas de espectáculos de la ciudad? ¿Cómo se lanzó a la conquista de los principales centros internacionales, y logró imponerse como uno de los grandes referentes del canto popular?

domingo, 6 de marzo de 2011

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y CARLOS GARDEL: CIEN AÑOS DE COMPAÑÍA

Por Julián Barsky*

 


Con motivo de cumplirse este 6 de marzo una nueva fecha del nacimiento del premio Nóvel de literatura, el colombiano Gabriel “Gabo” García Márquez, nos pareció interesante buscar material que vinculara al escritor con Carlos Gardel. Para ello nos hemos apoyado básicamente en dos trabajos previos, el de Miguel Unamuno y el de Luciano Londoño López, ambos reconocidos académicos. García Márquez ha visitado en varias ocasiones la Argentina –país del que se reconoce “enamorado”-, y en algunas entrevistas ha llegado a reconocer su admiración por el cantor del tango. Más allá de las entrevistas, la figura de Carlos Gardel –y el tango, aunque esto último no lo veremos aquí- aparece mencionada en diversas obras del escritor.

Carlos es nombrado por primera vez en la novela El amor en los tiempos del cólera, trabajo editado en 1985, en un diálogo entre Florentino Ariza y su médico:

 “De pronto, el médico cambió de tema de un modo abrupto. -¿Le gusta la música? “Lo tomó por sorpresa. En realidad, Florentino Ariza asistía a cuanto concierto o representación de ópera se daban en la ciudad, pero no se sentía capaz de sostener una conversación crítica o bien informada. Tenía la sangre dulce para la música de moda, sobre todo los valses sentimentales, cuya afinidad con los que él mismo hacía de adolescente, o con sus versos secretos, no era posible negar. Le bastaba con oírlos una vez de pasada, para que luego no hubiera poder de Dios que le sacara de la cabeza el hilo de la melodía durante noches enteras. Pero esa no sería una respuesta seria para una pregunta tan seria de un especialista. -Me gusta Gardel -dijo. El doctor Urbino lo entendió. “Ya veo -dijo-. Está de moda” (pág. 261).

Esta referencia le valdrá al escritor algunos reproches por parte de seguidores de Gardel –entre ellos, Lodroño López-, quienes le reprocharon el hecho de poner al cantor en Colombia en una novela ambientada en 1914. “Para mí esas cosas de historiadores no me interesan verdaderamente –se defendía García Márquez-. Gardel es un ídolo enorme en Colombia, muy querido y venerado (…) y su fama empezó muy temprano. Quizás diez años después, pero eso no importa; no hay nada de malo en forzar un poco la historia y poner allí a Gardel”. 

En su libro de memorias, Vivir para contarla (Buenos Aires, Sudamericana, 2002), García Márquez vuelve a incluir la figura de Gardel. En este caso, y haciendo referencia a su infancia, lo describe así: “Hasta donde recuerdo, mi vocación por la música se reveló en esos años por la fascinación que me causaban los acordeones con sus canciones de caminantes. Algunas las sabía de memoria, como las que cantaban a escondidas las mujeres de la cocina porque mi abuela las consideraba canciones de la guacherna. Sin embargo, mi urgencia de cantar para sentirme vivo me la infundieron los tangos de Carlos Gardel, que contagiaron a medio mundo. Me hacía vestir como él, con sombrero de fieltro y bufanda de seda, y no necesitaba demasiadas súplicas para que soltara un tango a todo pecho. Hasta la mala mañana en que la tía Mama me despertó con la noticia de que Gardel había muerto en el choque de dos aviones en Medellín. Meses antes yo había cantado Cuesta abajo en una velada de beneficencia, acompañado por las hermanas Echeverri, bogotanas puras, que eran maestras de maestros y alma de cuanta velada de beneficencia y conmemoración patriótica se celebraba en Cataca. Y canté con tanto carácter que mi madre no se atrevió a contrariarme cuando le dije que quería aprender el piano en vez del acordeón repudiado por la abuela” (pp. 116-117).

Más adelante, puede leerse: “Otra conquista de aquella época fue el permiso de mi padre para ir solo a la matiné de los domingos en el teatro Colombia. Por primera vez se pasaban seriales con un episodio cada domingo, y se creaba una tensión que no permitía tener un instante de sosiego durante la semana. La invasión de Mongo fue la primera epopeya interplanetaria que sólo pude reemplazar en mi corazón muchos años después con la Odisea del espacio, de Stanley Kubrick. Sin embargo, el cine argentino, con las películas de Carlos Gardel y Libertad Lamarque, terminó por derrotar a todos” (pág. 159).

Y luego: “Hasta entonces, lo único que el mundo entero sabía de Medellín era que allí había muerto Carlos Gardel, carbonizado en una catástrofe aérea. Yo sabía que era una tierra de grandes escritores y poetas” (pág. 527).

Londoño López encuentra una última referencia en Memoria de mis putas tristes, uno de los últimos trabajos del colombiano, publicado en 2004: "Cantábamos...boleros de Agustín Lara, tangos de Carlos Gardel, y comprobábamos una vez más que quienes no cantan no pueden imaginar siquiera lo que es la felicidad de cantar” (pág. 62).


Llegamos al final de nuestro pequeño trabajo de recopilación. Esperemos que lo hayan disfrutado. Y aprovechamos la ocasión para enviar un feliz cumpleaños a García Márquez, una de las voces más queridas de nuestra literatura.

*Este artículo puede usarse libremente. Únicamente le pedimos que cite la fuente. Gracias! 

 Fuentes: 
Chandler, S. El amor en tiempos de cólera, Crítica al film, 2008. Disponible en web: http://www.cinesargentinos.com.ar/pelicula/2150-el-amor-en-tiempos-del-colera/ 
Londoño López, L. El tango y Gardel en la obra de Gabriel García Márquez, Medellín, 11 de abril de 2008. Disponible en web: http://www.otrolunes.com/hemeroteca-ol/numero-09/html/este-lunes/este-lunes-n09-a03-p01-2009.html 
Unamuno, M. Comunicación Académica N° 1573, Buenos Aires, 13 de noviembre de 2002. Disponible en web: http://geocities.ws/lunfa2000/1573.html

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